Desde hace más de 10 años, las grandes empresas tecnológicas intentan crear un nuevo mercado de dispositivos electrónicos con el que supuestamente reemplazaría a los teléfonos inteligentes. Los anteojos de realidad virtual primero y de realidad aumentada después, parecen ser una obsesión de las compañías que supieron cambiar las reglas de juego en las redes sociales, los buscadores o los propios celulares. Por más de una década, ninguna compañía logró instalar como producto masivo gafas que permitan otro tipo de conexión entre los usuarios y su entorno, dándole más datos en sus retinas y experiencias inmersivas que hasta ahora solo quedaron en promesas.

Meta parece ser una de las empresas más empecinadas. Mark Zuckerberg acaba de presentar una nueva versión de sus Meta Ray-Ban Display, un producto en alianza con la prestigiosa marca de anteojos que para esta versión llega con la pulsera “Neural Band” que permitirá tener todo el control del dispositivo desde la mano. Durante el último evento Connect, el CEO de la empresa anunció este combo de tecnología con el que prometió dejar atrás los botones y las pantallas táctiles. El objetivo, según Meta, de este lanzamiento es que sus usuarios puedan hacer sus tareas diarias con una fluidez que se siente “casi mágica”, sin necesidad de sacar el teléfono del bolsillo.

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Lo que Meta está tratando de ofrecer no es un producto, sino una experiencia y al parecer está avanzando no solo en el desarrollo de la tecnología, sino en desplegar un verdadero valor de usar estos anteojos en la vida cotidiana, escollo que han tenido todos sus antecesores. Para esta ocasión, presentó anteojos con un display de alta resolución a todo color, que solo aparece cuando lo necesitás. Está ubicado en el costado del lente, para no obstruir la visión, y se apaga automáticamente para evitar distracciones. La idea es que se puedan revisar mensajes, ver mapas o tutoriales paso a paso, y hasta hacer una videollamada, sin interrumpir la actividad del usuario. Estos anteojos y la pulsera Meta Neural Band tienen un precio de 799 dólares, y saldrán a la venta el 30 de septiembre en Estados Unidos. La compañía planea que para principios de 2026 el producto llegue a más mercados, incluyendo Europa.

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A pesar de las expectativas, Meta se enfrenta a un largo historial de fracasos. En 2013, Google marcó uno de los primeros intentos comerciales de gafas inteligentes con el Google Glass. Estas gafas de realidad aumentada desarrolladas ofrecían ver información, sacar fotos y tener conectividad con el teléfono con la misma idea de no necesitar sacar el teléfono mediante comandos de voz y visión directa. Fue un dispositivo innovador pero con limitaciones de batería y privacidad, y su producción original terminó en 2015. Microsoft, por su parte, lanzó en 2016 sus HoloLens y los promocionó con el concepto de “realidad mixta” con un visor que integraba hologramas en el entorno del usuario. El producto además prometía escanear espacios físicos creando modelos 3D para una interacción precisa con hologramas, pero sus aplicaciones no encontraron valor en el mercado masivo sino en aplicaciones empresariales y profesionales, como el diseño, la medicina y la industria. Tres años más tarde aparecería la primera generación de las Oculus de Meta, promocionado como un visor independiente de realidad virtual, sin necesidad de cables ni PC. Este dispositivo ofrecía seis grados de libertad para el movimiento y controladores touch que permitían interacción natural. Su sucesor, Meta Quest 3 (2023), introdujo avances en realidad mixta con cámaras a color para visión del entorno, mayor resolución en pantallas. En varios intentos, Zuckerberg prometió que este dispositivo reemplazaría a los celulares, fenómeno que hasta ahora no ocurrió. Por último, en 2024 Apple incursionó en este mercado con las Vision Pro, un salto tecnológico importante de la empresa con gran prestigio en diseño y experiencia en el usuario. Sin embargo, su precio de 3.500 dólares no logró seducir a los usuarios, pero en las últimas semanas, la empresa prometió que para inicios de 2026 tendrán una nueva versión de dichas gafas.

Focos diferentes

¿Por qué los relojes inteligentes sí tuvieron éxito en el mercado y hasta ahora no vemos personas con gafas inteligentes por las calles? Son dos tipos de “wearables” que, si bien están conectados a los teléfonos, tienen dos focos diferentes para el usuario. El primero no pretende reemplazar al celular, sino que agrega más información al usuario y es un accesorio que le facilita realmente no tener que verlo en todo momento. Además, existen cientos de versiones y marcas, desde equipos que se pueden conseguir por 30 dólares hasta los más exclusivos por casi 1.000. Es decir, el usuario tiene una variedad que se puede acomodar a sus necesidades y bolsillos, pero en la mayoría de los casos cumplen con necesidades básicas de notificaciones, alarmas, ejercicio físico y datos de salud.

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Las gafas inteligentes se presentaron en todo momento como una “revolución” de mercado. Sin embargo, sus escasas prestaciones, sus elevados precios, su escasa autonomía y sus ecosistemas cerrados para cada marca, no lograron convencer a los consumidores masivos. Pero más allá de las dificultades técnicas, hay otros interrogantes que podríamos pensar sobre el uso de estos dispositivos. ¿Estaríamos dispuestos a tener todo el tiempo información en nuestros ojos? Datos del clima, mensajes, videos, pero también publicidades y distracciones que alterarían aún más nuestra vida saturada ya de estímulos digitales. Además, los anteojos pueden filmar y sacar fotos sin que nos demos cuenta, invadiendo la privacidad en cualquier momento y sin permiso.

Aumentar la realidad

Pero lo más importante quizás sea el propio concepto de “realidad aumentada” que promete la tecnología de estas gafas. ¿Queremos realmente aumentar nuestra realidad? Los móviles, las redes sociales y las principales plataformas no son tecnologías que pretenden potenciar nuestra realidad. Al contrario, nos ayudan a crear otros entornos al alcance de nuestras manos. Nos conectan con otros y con diferentes escenarios de múltiples maneras, más allá de las condiciones de espacio y tiempo. No aumentan la realidad, la recrean y la moldean de formas disímiles según las necesidades. Allí está gran parte de su éxito.

Meta juega una nueva carta para instalar un producto que la posicione empresa de productos físicos y lo hace con un gran despliegue cuyo veredicto estará en los usuarios, quienes evaluarán si estos dispositivos llegan con un verdadero valor para su día a día. La promesa, por ahora, es más grande que la necesidad, pero todavía hay tiempo para ver si el día de mañana leeremos esta columna con un par de chasquidos en los dedos o con un simple parpadeo.